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Las Emociones y su Relación con los Órganos

Categories: Ciencia y Bienestar

Las emociones también se expresan físicamente: una mirada psico-somática moderna

Hoy sabemos que la mente y el cuerpo no funcionan como entidades separadas. Lo que sentimos, pensamos, retenemos, callamos o no resolvemos… tiene traducción fisiológica.

El cuerpo habla.
Y muchas veces habla antes que nosotros.

A continuación, una mirada simbólica-funcional sobre cómo ciertas emociones suelen reflejarse en órganos clave, especialmente en periodos prolongados de estrés, cargas o bloqueo emocional:


HÍGADO: capacidad de procesar, transformar y reconstruir

El hígado filtra, descompone, reorganiza y vuelve a crear. Cuando una persona vive demasiado tiempo desbordada, sin capacidad de “reconstruirse”, sin espacio para integrar cambios o golpes vitales… se acumulan frustración, irritación y resentimiento.

La sensación interna es: “no puedo con todo esto”.


PULMONES: intercambio, expresión y libertad

Los pulmones representan el intercambio vital: tomar y entregar.
Cuando hay dificultad para expresarse, para hacerse escuchar o para poner límites, aparece sensación de opresión emocional. Hay gente que grita para hacerse oír… otras se silencian y desaparecen. Ambos extremos tensan el sistema respiratorio.


ESTÓMAGO: digestión emocional de la vida

El estómago integra, procesa, “digiera” experiencias.
Cuando se vive saturado, presionado, sin margen para pausar, pensar o integrar lo que ocurre… aparecen síntomas digestivos. El exceso de preocupación corta el puente mente-emoción y altera la función digestiva.


PÁNCREAS: dulzura, disfrute y amargura

Asociado a la regulación del azúcar, el páncreas simboliza también la capacidad de disfrutar. Cuando la vida se vuelve “amarga”, cuando uno siente que ya no hay dulzura, ni placer, ni disfrute… se endurece la mirada y el cuerpo lo refleja en esta zona.


RIÑONES: miedo profundo y pérdida de energía vital

Los riñones son uno de los grandes bancos energéticos del organismo.
Ahí se asientan miedos antiguos, traumas no tramitados y cargas acumuladas. Cuando el miedo queda atrapado, baja la motivación, la vitalidad y la capacidad de afrontar futuros desafíos.


Conclusión

El cuerpo no nos ataca.
El cuerpo nos avisa.

Cada síntoma es una codificación concreta de algo que pide atención.
Escuchar estas señales, interpretarlas de forma global (no reduccionista) y actuar desde una visión mente-cuerpo completa es uno de los caminos reales hacia el bienestar profundo, regulado y sostenible.


En próximos posts veremos cómo estrategias de respiración, regulación autonómica, hábitos, suplementación sensata y tecnología vibro-táctil pueden ayudar a modular estos circuitos desde lo fisiológico… sin perder la comprensión emocional que hay detrás.

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